“La vida consta de cinco etapas: la primera, aprender a hacer; la segunda, hacer; la tercera, hacer de verdad; la cuarta, enseñar a hacer, y la quinta, dejar de hacer”. Este lema fue seguido al pie de la letra por quien tiene el honor de haber inaugurado una de las grandes sagas empresariales de nuestro país. La persona que convirtió este lema en su guía de actuación en la vida fue Antonio Puig Castelló, fundador en 1914 de la que iba a ser, con el tiempo, una de las grandes multinacionales españolas del sector de la perfumería y la moda.

La que fue fundada como Antonio PuigS.A. es hoy simplemente Puig, una empresa que comercializa productos en 140 países distintos, tiene dos sedes corporativas (una en Barcelona y otra en plenos Campos Elíseos parisinos), filiales en 23 países (desde Alemania a Arabia Saudí, pasando por Singapur, Rusia, Dubai o Brasil) 5 plantas de producción (cuatro en Europa y una en México) y una producción total de más de 300 millones de unidades de perfume al año.

Un crecimiento semejante está jalonado, lógicamente, de una serie de fechas significativas. La de 1922 podría ser una de ellas. En esa fecha Antonio Puig, S.A. lanzó al mercado el pintalabios Milady. Éste fue el primer pintalabios fabricado en España. En 1929, año de la Exposición Universal de Barcelona, Puig consiguió la representación de la alemana agua de colonia 4711. Éste fue uno de los primeros pasos de Puig orientados a una expansión internacional que, con los años, llevaría a la empresa a ser lo que actualmente es.

Otra de las fechas determinantes en la historia de Puig es la de 1940. En ese año, apenas terminada la Guerra Civil Española, Puig lanza al mercado el que estaba llamado a ser el perfume de referencia de la marca: el Agua Lavanda Puig. Sobre el éxito de este producto sostendría la marca barcelonesa gran parte de su crecimiento posterior. Seis años después cambiarían de sede y sería en esa nueva dirección donde, el 6 de octubre de 1950, se recibió una carta, procedente de Iowa (Estados Unidos), que iba a cambiar la historia de la empresa. La carta la enviaba un tal Fernando Aleu, estudiante de Medicina que solicitaba a Puig algunas unidades de Agua Lavanda Puig para consumo propio y para poder distribuirlas por algunas perfumerías de su país de acogida.

Que este perfume acabara vendiéndose en algunos grandes supermercados del gigante norteamericano fue, sin duda, una buena manera de poner un pie en ese inmenso mercado.

Expansión internacional de Puig

Este mismo año de 1950 es el de la entrada de la segunda generación de Puig en la gestión y dirección de la empresa. Fiel a su lema y a sus principios, Antonio Puig (que ya había aprendido a hacer, ya había hecho, ya había hecho de verdad y había enseñado a hacer) irá poco a poco delegando funciones en sus hijos Antonio, Mariano, José María y Enrique. Ellos serán los que, a partir de ese momento, tomen el timón de la empresa en su progresiva expansión internacional.

Para afrontar esa expansión Puig crea una nueva fábrica en 1960, lanza nuevos perfumes y productos (por ejemplo, Diagonal, elaborado a partir de una colaboración de Manuel Pertegaz, o la línea de geles y baños de ducha Moana) y busca el espaldarazo de conseguir la patente de una marca, especialmente francesa, que pudiera lucirse internacionalmente más allá del poco glamour que, en la época, podía tener un perfume made in Spain.

Puig encuentra esa marca al contactar con uno de los diseñadores de moda del momento. Estamos hablando de 1968 y de Paco Rabanne. La comercialización de Calandre en 1969 (un año después de que saliera al mercado otra de las grandes fragancias de Puig, la mítica Agua Brava) marca el inicio de esa comercialización de la marca Paco Rabanne. Ese mismo año sale al mercado Azur, otro de las creaciones estelares de Puig.

El lanzamiento de Paco Rabanne pour Homme en 1973 es otro de los hitos de la historia de la compañía Puig. A partir de este instante, su expansión internacional era ya imparable. En 1976 establece una fábrica de perfumes en Chartres (Francia), en 1979 abre una filial en Panamá, en 1982 obtiene un premio Awards al mejor diseño de envases gracias a Quorum y en 1988 lanza el primer perfume de una diseñadora que se había convertido en pocos años en un nombre de referencia ineludible en el mundo del lujo y la elegancia: Carolina Herrera.

El nombre de Carolina Herrera era el nombre que le faltaba a Puig para expandirse en un lugar como Estados Unidos. En este país, la diseñadora venezolana se había convertido en una especie de diosa, alguien reverenciado. El prestigio que este nombre aportaba a Puig era de un valor incalculable. En 1995, la colaboración entre Carolina Herrera y Puig dio como resultado la salida al mercado de uno de los grandes perfumes de la marca, el 212 de Carolina Herrera New York.

Ese mismo año, Puig llegó a un acuerdo con el actor español más internacional, Antonio Banderas, para crear una línea de perfumes con su nombre.

En 1998 Puig realizó una adquisición que iba a suponer un nuevo espaldarazo a su expansión internacional. La compra del negocio de perfumería y moda Nina Ricci fue esa adquisición. Esa compra coincidió con la presencia de Puig en el sureste asiático y en Oceanía.

Con la llegada del milenio Puig realizó otra de sus grandes adquisiciones: la del grupo de perfumería Myrurgia. Con esta compra, Puig incorporaba a su grupo marcas como Mango, Adolfo Domínguez o Agatha Ruiz de la Prada.

En los años siguientes, la compra de Gal, los acuerdos con Prada para producir los perfumes de la marca italiana, el lanzamiento de 1 Million de Paco Rabanne, los pactos con Valentino para relanzar su negocio de perfumería, la firma de un contrato con la cantante colombiana Shakira para lanzar una línea de perfumes con su nombre, la inauguración de una sede en los Campos Elíseos de París y la apertura de filiales en lugares como Argentina, Bélgica, Rusia o Brasil, son algunas de los acontecimientos que han servido para convertir a Puig en una empresa de referencia en el universo de los perfumes.