El maquillaje de los labios no es algo que se haya inventado anteayer. Muchos pueblos de la Antigüedad ya lo usaron. Sumerios, egipcios, griegos y romanos utilizaron algún tipo de producto para dar un aspecto sensual a sus labios. Aglutinantes diversos como el huevo, ceras variadas y algunos colorantes primitivos elaborados a partir de ciertos productos naturales sirvieron para elaborar los pintalabios de la Antigüedad.

A finales del siglo XIX vio la luz rouge. Elaborado con mantequilla fresca, cera de abeja, raíces de orcaneta y racimos de uvas negras sin pulpa, este maquillaje labial era una pomada que no producía efecto secundario alguno.

Deberían pasar algunos años antes de que la casa Guerlain llegara a una conclusión: para aplicar el bálsamo labial nada mejor que utilizarlo en forma de cilindro. Para ello, la casa francesa proporcionaba aquel producto a sus exclusivas clientas envuelto en tubos de cartón. Estos tubos, sin embargo, presentaban un inconveniente: eran muy frágiles. Es decir: no eran fácilmente transportables, sobre todo en cantidades más o menos abultadas.

La solución a este problema la puso el fabricante estadounidense Maurice Levy. Él tuvo la idea genial que habría de marcar la fecha de nacimiento de la barra de labios: una funda de metal dentro de la cual se deslizara un receptáculo en el que estuviera insertado el labial.

Ese receptáculo permitiría subir el carmín a lo largo de la funda según se fuera gastando. Sería en 1923 cuando James Bruce Mason Jr. inventara el mecanismo giratorio que aún hoy se sigue utilizando. Un año antes, la marca barcelonesa Puig ya había lanzado al mercado Milady, la primera barra labial elaborada en España.

Pintalabios

El pintalabios en la publicidad

La aparición del pintalabios fue paralela al desarrollo de las técnicas publicitarias y a su primera e impetuosa irrupción en el mercado.

La barra de labios permitió potenciar una nueva imagen de la mujer. Esta imagen, además, fue especialmente resaltada por un medio de comunicación social en pleno auge: el cine. El cine no sólo fue un propagador de una determinada imagen femenina; también fue un impulsor de las técnicas cosméticas.

Las mujeres deseaban copiar la imagen de sus actrices femeninas y, al hacerlo, impulsaban a su vez a las marcas de cosméticos a mejorar las técnicas de elaboración de los pintalabios y a multiplicar la tipología de los mismos.

Y así ha sido desde entonces. Actrices como Marilyn Monroe o Elizabeth Taylor pusieron de moda entre jóvenes y no tan jóvenes el uso del lápiz labial rojo intenso. Grupos de rock como The Ronettes y las Shirelles popularizaron en su momento el pintalabios blanco.

Cada época ha tenido su propia moda. Si los años 80 fueron, en gran parte, los años del brillo de labios claro o aplicado sobre tonos oscuros; los 90 lo fueron del labial semi-mate de tonos amarronados.

Barra de labios

La barra de labios como indicador social

Este pequeño pero importantísimo producto cosmético ha sido, a lo largo de todos estos años, objeto de muchas atenciones. Incluso ha llegado a usarse como medidor de consumo. Hay estudios al respecto. Por ejemplo: se calcula que las ventas de pintalabios aumentaron en un 25% durante la Gran Depresión. Los motivos de ese incremento del consumo no están claros, pero los datos están ahí.

Por su parte, el estallido de la Segunda Guerra Mundial hizo que el Gobierno de los Estados Unidos lanzara una campaña publicitaria con la que invitaban a las mujeres a cuidar su imagen para, de ese modo, seguir dando una apariencia de normalidad que evitara que la guerra se hiciera excesivamente patente en las calles y en el día a día.

La campaña lanzada por el Gobierno de los Estados Unidos se llamaba “Beauty as a Duty”. En medio de ese ambiente propagandístico tan sumamente preocupado por la apariencia femenina, dos grandes competidoras como Elizabeth Arden y Helena Rubinstein lanzaron sus propios labiales especiales al mercado.

Labial

La primera (que había sido una innovadora a ultranza del labial rojo) lanzó varios tonos que conjuntaban con los uniformes de las Fuerzas Armadas. Uno era el Rojo Moctezuma y el otro el Rojo Victoria. Helena Rubinstein, por su parte, lanzó el color Regimental Red.

Como se ve, la barra de labios ha sido símbolo de muchas cosas y el significado de su simbología ha variado según los tiempos. Por ejemplo: las sufragistas, aquellas mujeres que defendían la participación de la mujer en los procesos electorales, convirtieron este producto en símbolo de emancipación.

Los movimientos de liberación de la mujer de los años sesenta, por el contrario, vieron en la barra de labios un símbolo sexista que mostraba bien a las claras cómo los hombres habían impuesto su voluntad sobre la de la mujer.

Hoy en día, estos productos están elaborados con aceites diversos, ceras, colorantes, aditivos y algún excipiente. Con ellos, las mujeres pueden modificar la forma de su boca, resaltar la blancura de los dientes (mejorando, así, su sonrisa) y hasta protegerse de la contaminación ambiental y de los rayos UVA.

Poco a poco, la barra de labios permanente se ha ido imponiendo y marcas como Chanel, Guerlain, Dior o Lancôme, entre otras, los incluyen en un lugar privilegiado de su catálogo.

Se calcula que las ventas anuales de las barras de labios superan la cifra de 900 millones de unidades.

Barra de labios permanente