Chanel y Dior eran gigantes, pero Saint-Laurent es un genio”. Esta frase, editada por la crítica Diane Vreeland en Vogue USA, pretende hacer justicia a uno de esos nombres imprescindibles en la historia de la moda. Yves Saint Laurent, nacido en Orán (Argelia) el 1 de agosto de 1936, fue un innovador, un revolucionario, un creador nato que empezó a demostrar su desbordante creatividad a edad muy temprana. Con apenas 14 años mandó unos diseños a un concurso convocado por el Secretariado Internacional de la Lana. Quedó tercero, pero el redactor jefe de Vogue le recomendó estudiar diseño y costura. Saint-Laurent cursó esos estudios y, una vez, graduado, se trasladó a París. Allí volvió a concursar en el mismo concurso. Ganó y sus diseños llegaron a manos de Christian Dior.

Christian Dior, maravillado por el talento de Yves Saint-Laurent, decidió integrarlo en su equipo. En dicho equipo estuvo varios años realizando diversas tareas hasta que, en 1957, fue nombrado por Dior como heredero de su puesto de Diseñador Jefe, cargo que Yves ocuparía ese mismo año, al morir de un infarto Christian Dior. Yves Saint-Laurent tenía en ese momento sólo 21 años.

Su primer año como Diseñador Jefe de Dior fue un año triunfal. La colección creada por él cosechó elogios en todo el mundo y Farah Diba lo escogió entre todos los modistos del mundo para que diseñara su vestido de novia para su boda con el Sha de Persia. Parecía que la línea de diseño de Dior quedaba asegurada.

Pero a la imaginación creativa de Yves Saint-Laurent no le sentaban bien los corsés y la línea estilística propia de la casa Dior y heredada de los gustos de su creador era un corsé demasiado férreo para el diseñador argelino. Sus nuevos diseños empezaron a cosechar críticas por parte de las huestes más tradicionales de Dior y la ruptura fue traumática.

En esta misma época inició su relación personal y comercial con Pierre Bergé. Junto a él, en 1961, creó su propia marca de costura. El logotipo de la empresa, realizado a partir de las tres iniciales de su nombre (YSL), fue creado por Cassandre, uno de los diseñadores franceses más importantes de la época. En la nueva empresa, Bergé se ocupó de la parte organizativa y comercial y Saint-Laurent se puso al frente de la creativa. Su voluntad de acercar la moda a la calle, a la juventud y a los nuevos tiempos (esa misma voluntad que había chocado frontalmente con la línea estilística de Dior) se hizo patente en sus diseños. Yves Saint-Laurent refinó chaquetones y esmoquins, túnicas y trenchs, blusones marineros y saharianas, y convirtió la línea recta en una marca distintiva de su estilo.

Saint-Laurent se convirtió en el diseñador de moda. Diseñó vestuarios para películas y obras teatrales. Colaboró con directores como Buñuel, Truffaut o Resnais. Vistió a Claudia Cardinale, Isabelle Adjani, Jeanne Moreau y, sobre todo, a Catherine Deneuve, una de las grandes musas del cine francés. Ella fue, sin duda, quien mejor lució los diseños de Yves Saint- Laurent.

El primer perfume de Saint Laurent

En 1964, Saint-Laurent siguió la estela que había seguido otros diseñadores de moda como Chanel o el propio Christian Dior y lanzó al mercado su primer perfume, Y. A partir de ese momento, los perfumes de Saint-Laurent pretendieron plasmar lo que el creador ya había intentado plasmar en sus diseños: la imagen de una mujer urbana, independiente y cosmopolita. Esto se hizo especialmente patente con Rive Gauche, un perfume de la familia olfativa floral aldehídica con notas de melocotón, madreselva, bergamota, magnolia, gardenia, sándalo, ámbar, almizcle y musgo de roble, entre otras.

A partir de este momento la línea de perfumes de Yves Saint-Laurent (que perteneció en su momento a Charles of the Ritz, después perteneció a Gucci y actualmente pertenece a la casa L’Oreal) ha ido ampliando su catálogo de fragancias con nombres como Pour homme, Opium, Kouros, Paris, Baby Doll, Cinema, YSL, Elle, Saharienne, Jazz, L’Homme…

Más allá de su innegable y exuberante creatividad, Saint-Laurent fue un gran publicista de sus creaciones. Sin ir más lejos, la promoción publicitaria de Pour homme (1971) se cimentó sobre una imagen única: la fotografía que de Yves Saint-Laurent hizo el famoso fotógrafo Jeanloup Sieff. En esa fotografía, el diseñador aparecía sentado sobre unos cojines, en el suelo, con el gesto serio y unas gafas de pasta como única prenda que lo cubriera. Ese desnudo forma ya parte de la historia de la publicidad.

fragancias de yves saint laurent

Opium, por su parte, nació de la colaboración de Saint-Laurent con los perfumistas Jean Amic y Jean-Louis Sieuzac de Roure. Fue un perfume revolucionario. Tremendamente sexuado, su nombre causó revuelo. Se habló de apología de las drogas. Lo que hoy queda de él es la genialidad de su composición. Mandarina, ciruela, cilantro, pimiento, laurel, jazmín, clavel, canela, cardamomo, durazno, sándalo, mirra… esas notas y algunas más componen esta mágica fragancia de estilo oriental. Para su lanzamiento, Saint-Laurent alquiló un velero adornado con banderas doradas, rojas y púrpuras, orquídeas blancas y un gran buda de bronce y colocó al timón al gran escritor Truman Capote. Una vez más, el efecto publicista de Yves Saint-Laurent era prolongación perfecta de su genio creativo. Éste, con los propios altibajos existentes en todo creador y asociado directamente con la inestabilidad emocional de alguien tendente a la depresión como, al parecer, era Saint-Laurent, le acompañó hasta su muerte, acaecida en 2008.