Uno de los conceptos claves en el mundo de la perfumería es el de la estructura de un perfume. ¿De qué estamos hablando exactamente cuando citamos este concepto? En este artículo vamos a dar respuesta a esta pregunta y vamos explicar cómo, en el fondo, toda fragancia es una especie de conjunto de acordes aromáticos. El cómo se articulen dichos acordes definirá la composición final y, por tanto, la naturaleza personal del perfume resultante de dicha articulación.

Detrás de la magia de un perfume está el arte, el oficio y la inspiración de un perfumista. Un perfumista tiene una amplísima paleta de componentes con el que elaborar una creación.

Así, tal y como hemos indicado, un perfume es, en esencia, una combinación equilibrada de materias primas aromáticas. Todas y cada una de estas materias cumple una función y la función que cumple es inseparable de la función que, al mismo tiempo, debe desempeñar el resto de materias que componen la fragancia.

Cuando abres un frasco de colonia, todas estas materias intentan dejar la firma de su presencia en tu olfato. El orden en que lo hagan vendrá determinado por lo que se conoce como estructura de un perfume.
Estructura de un perfume

Estructura de un perfume: la pirámide olfativa

El contenido aromático de una fragancia nos llega en tres fases que se suceden sin solución de continuidad. Cada una de estas fases está determinada por la volatilidad de los componentes aromáticos que la definen.

A la primera de esas fases se la llama fase de salida o cabeza; a la segunda, fase de cuerpo o corazón; a la tercera, fase baja o de fondo. Esos mismo nombres se aplican a las notas olfativas que participan en cada una de las fases.

Estas tres fases componen lo que se conoce como pirámide olfativa. Ésta vendría a ser algo así como la representación gráfica de la fórmula del perfume. Veamos a continuación las características de las tres fases o estadios de la estructura de una colonia.

Pirámide olfativa

Notas olfativas de salida

Las notas de salida o cabeza reciben también el nombre de altas. Por decirlo de algún modo, ellas son, en la estructura de la fragancia, el saludo de la misma, su modo de llamar nuestra atención.

Las notas de salida son, pues, fundamentales para atraer a la persona en busca de un aroma o una fragancia determinada. Es, digamos, la primera impresión. Y, en muchas ocasiones, la primera impresión es la que vale. Es la puerta de entrada de la fragancia en nuestros gustos.

Las notas aromáticas de salida son, de entre todas las que forman la pirámide olfativa de una fragancia, las más volátiles y efímeras. Los perfumistas suelen utilizar toques cítricos (naranja, limón, pomelo, mandarina, bergamota…), aromas un poco agrestes (romero, tomillo, espliego, salvia, lavanda…), aromas de frutas de fácil evaporación (pera, cereza, fresas, manzana…) y componentes sintéticos que den una pincelada de verdor y dejen en el olfato la sensación de recibir una vaharada que huela a hierba fresca recién cortada.

Estos aromas son muy perceptibles en los primeros 15 minutos y pueden llegar a captarse durante las dos horas siguientes.

Notas olfativas

Notas de corazón

Dentro de la estructura de cualquier composición aromática, los elementos que componen esta segunda fase tienen una volatilidad más lenta, es decir: tardan más en evaporarse.

Los componentes de las notas de corazón acostumbran a ser eminentemente florales. La rosa, el jazmín, la lila, el azahar, el nardo, el ylang-ylang, la violeta o el iris serían, fundamentalmente, algunos de los aromas más importantes de esta fase.

La albahaca, el anís, la pimienta, el jengibre, la nuez moscada o el comino también figurarían como componentes propios de este segundo escalón de la estructura de la pirámide olfativa.

Los aromas de esta parte de la pirámide olfativa se empiezan a percibir pasados 15 minutos de la aplicación de la colonia en cuestión y pueden ser identificables durante unas 6 horas.

Pirámide de notas olfativas

Notas aromáticas de fondo

Estas últimas expresan la personalidad de un perfume. Ellas son las que determinan su pertenencia a una familia olfativa en concreto.

Una serie de moléculas pesadas y poco volátiles son la base de toda la estructura sobre la que se iza el andamiaje creativo del perfumista.

Una vez determinada las bases, se compone el corazón y, por último, las altas o de apertura, que deben guardar una relación con las primeras.

Las notas de fondo acostumbran a ser amaderadas (pachuli, sándalo, vetiver, musgo de roble, cedro…), resinoides (mirra, incienso…) o de almizcles.

La vainilla, la tonka y el bálsamo del Perú se encuentran, también, entre los componentes de fondo de muchas creaciones.

Estos aromas pueden llegar a percibirse hasta dos días después de haber aplicado la fragancia.

Notas aromáticas