El siglo XVII marca un antes y un después en la historia del perfume. Fue en este siglo cuando los perfumes líquidos empezaron a manufacturarse de una manera más o menos habitual. Para hacerlo se utilizaron las fórmulas que ya habían empezado a utilizarse algún que otro siglo atrás. En la Florencia de los Médici, por ejemplo, o en la Venecia del siglo XVI ya se destilaban flores exóticas y esencias naturales para elaborar perfumes para la aristocracia. Antes de eso, los métodos empleados por las personas para perfumarse eran otros. Por ejemplo, los guantes perfumados. O los pomos de olor. O el agua de rosas. Entre todos estos métodos destacaban, también, los polvos perfumados. Éstos habían existido desde la Antigüedad. Hoy en día, aunque hayan perdido arraigo en Occidente, siguen siendo habituales en las culturas orientales.

Los polvos perfumados que se utilizan hoy en día derivan de los antiguos polvos de arroz enriquecidos con iris. El rizoma del iris posee propiedades suavizantes, desodorizantes y absorbentes. Al mismo tiempo, este rizoma posee un aroma fresco y seco que recuerda lejanamente a una mezcla de violetas y maderas. A estas propiedades se unían las que aportaba el polvo de arroz. La capacidad emoliente de éstos hace que sean idóneos para retener el agua en la piel, es decir, para mantener su hidratación y su suavidad.

El polvo de arroz enriquecido con rizoma de iris fue un producto muy valorado por las mujeres renacentistas. Antes que ellas, ya las mujeres de la Edad Media habían utilizado el rizoma de iris molido para, con un productos semejante al talco, empolvar piel y, en algunos casos, cabellos. El Barroco y el Rococó llevaron esta costumbre hasta su punto álgido: empolvar la piel y los cabellos hasta volverlos prácticamente blancos. La Revolución Francesa, sin embargo, puso fin a dicha costumbre tan directamente relacionada con la aristocracia.

Durante mucho tiempo, algo que fue habitual al elaborar los polvos perfumados fue sustituir el polvo de arroz por el almidón de maíz en polvo. Para elaborar esos polvos de almidón de maíz perfumados se utilizaban dos métodos. Uno de ellos consistía en mezclar los polvos de almidón con materias aromáticas molidas. El otro, colocar capas de flores entre el almidón en polvo. El primero fue el método más utilizado. Para ello, se utilizaban los llamados “cuerpos de olor”, pequeñas proporciones de polvo muy saturadas de olor que se diluían en el almidón de maíz. Con esos “cuerpos de olor” se fueron introduciendo nuevos aromas como el de naranjo, jazmín, clavel, ámbar, almizcle, rosa moscada, etc.

En la actualidad, el perfume en polvo o polvos perfumados puede tener muchos y muy variados matices olfativos. Rosa, mimosa, almizcles, violetas, benjuí, almendras o cerezas son, entre otros, algunos de los aromas que se pueden encontrar en los polvos perfumados que se comercializan hoy en día.

Hasta llegar a este momento debió realizarse el tránsito de los espectaculares avances que, dentro de la ciencia en general, y de la química en general, revolucionarían la elaboración de polvos perfumados. La entrada de los sintéticos en la formulación de cosméticos y perfumes hizo que los polvos de arroz o el almidón de maíz en polvo perdieran presencia en aquélla en favor de componentes como el bismuto, el albayalde o la tiza. Se empezaron, también, a usar iononas y, así, la fragancia de iris dejó de ser un factor exclusivamente natural.

En la actualidad, las firmas más prestigiosas de perfumería y cosmética recogen en su catálogo de productos algún perfume empolvado. El “Chanel nº 19 Poudré” o “Trésor in Love” de Lancôme serían algunos de esos productos. Aunque líquidos, estos perfumes conservan ese aroma empolvado de los polvos perfumados de hace unas décadas.

Lo que los perfumes empolvados intentan recuperar son esos acordes odoríferos que, de tan populares, se han vuelto prácticamente míticos. El olor a talco, a polvos de iris o a polvo de arroz hacen rememorar esos viejos tiempos de los que se ha hablado en este post. “Ombre Rose”, de Jean Charles Brousseau es, en este sentido, un perfume prototípico. Oler “Ombre Rose” es algo así como oler unos polvos de arroz vintage con toques de ámbar.