Si hay una marca en la actualidad que, dedicada a la moda prêt-à-porter y al diseño y comercialización de los más diferentes complementos y perfumes, haya cautivado a gran parte del mercado joven, ésa es Chloé. La marca francesa, fundada en 1952 por Gaby Aghion y Jacques Lenoir, tiene en la actualidad más de 40 tiendas propias (París, Londres, Tokio, Hong Kong, Nueva York, Dubai…) en 65 países del mundo. Además, sus productos se venden en departamentos propios en grandes almacenes como Saks, Harrods, Bon Marché o Selfridges.

Chloé, que ha sido una de las marcas preferidas de personajes públicos como Jacqueline Kennedy-Onassis, Brigitte Bardot, María Callas, Grace Kelly o Liv Tyler, representa la audacia de la chica joven actual, esa frescura encantadora de la chica que o está en la adolescencia o apenas acaba de salir de ella. Esa imagen fresca y desenfadada ha permitido hacer realidad el sueño de Gaby Aghion, una egipcia de nacimiento y parisina de adopción que, asociada con el empresario Jacquer Lenoir, quiso lanzar al mercado un prêt-à-porter de lujo que consiguiera liberarse de los rígidos patrones de la época.

Cuatro años más tarde de su fundación, Chloé organizó un desfile histórico en el Café de Flore. Este café brasserie es un lugar especialmente simbólico de París. Situado en el boulevard Saint Germain, en el margen izquierdo del Sena, el Café de Flore siempre fue lugar de encuentro de artistas, poetas y filósofos franceses. En el Café de Flore brillaron con luz propia Jean Paul Sartre y Simone de Beauvoir. Allí también brillaron Camus, Picasso, Hemingway, Marguerite Duras, Boris Vian o Truman Capote, entre otros. Y allí brilló, lógicamente, la casa Chloé con ese desfile histórico que sirvió para mostrar al mundo una maravillosa colección de piezas delicadamente femeninas, realizadas con tejidos finos y tenuemente románticas. Sin duda, toda una apuesta de innovación y originalidad que contrastaba con las rígidas formalidades de la moda de aquella década entregada todavía a la amarga oscuridad del existencialismo.

Estos aires novedosos de Chloé (y que siguieron marcando la historia de la marca en las décadas siguientes) es algo que debe anotarse en el haber de jóvenes estilistas como Michèle Rosier, Maxime de la Falaise, Christiana Bailly, Tam Giudicelli, Graziella Fontana, Guy Paulin o Carlos Rodríguez. Tampoco hay que despreciar, por ejemplo, todo lo que, en la década de los setenta, aportó a la marca un joven diseñador que hoy en día es conocido en todo el mundo con el nombre de Karl Lagerfeld. La colaboración de este genio del diseño tuvo lugar en la década de los setenta, una de las grandes épocas de la marca.

Si en los sesenta Chloé había destacado por el espíritu delicadamente audaz de sus creaciones prêt-à-porter, en los setenta sus blusas de gasa y sus largas faldas se convirtieron en el símbolo de toda una generación.

Esta década, además, vio la aparición del primer perfume de Chloé. En 1975 veía la luz Chloé, un perfume de la familia floral para mujeres debida a la nariz Betty Busse.

En 1985 Chloé fue comprada por el grupo de lujo Dunhill Holding (hoy llamado Richemont Group) y la notoriedad mundial de la marca no hizo sino aumentar.

La década de los noventa fue la década de la aparición de Narcisse (1992) e Innocence (1996). La pujanza de la sección perfumista de la casa, sin embargo, no podía ocultar un hecho que empezaba a ser innegable. El prêt-à-porter de Chloé daba muestras de agotamiento. Empezaba a adolecer de modernidad. Era necesario insuflar un aire nuevo a los diseños de la maison. Para intentarlo, en 1997 se encargó a Stella McCartney que se ocupara de la dirección creativa de la marca. Lo hizo durante cuatro años. La antigua asistente de McCartney, Phoebe Philo, se hizo cargo del puesto al marchar la hija del ex-Beatle para fundar su propia marca. Las nuevas colecciones nacían con el toque sensualmente personal de la nueva directora creativa (hay que destacar su originalísimo uso de los verdes y la óptica mediterránea con la que enfocó sus creaciones) y gente como Natalie Portman o Kirsten Dunst quedan subyugadas por el encanto de las creaciones de Chloé. Los cambios que desde entonces se han producido en la marca no han hecho sino incrementar el prestigio y popularidad de la misma.

En lo referente a la línea de perfumes de la marca Chloé, podemos señalar algunas fechas esenciales.

Una de esas fechas es 2002, fecha en que Chloé celebra su cincuenta aniversario con la creación de Roses, una fragancia que pretende, también, rendir homenaje a los aromáticos jardines de rosas del bello París.

Otra de las fechas esenciales en la historia de Chloé como prestigiosa marca de perfumes es 2007. En esa fecha sale a la venta Chloé Eau de Parfum. La imagen de esta fragancia serán Chloë Sevigny, Clémence Poésy y Anja Rubik.

Otra de esas fechas icónicas de la producción perfumista de Chloé es la de 2010. Ésa es la fecha en que Love sale al mercado. La modelo brasileña Raquel Zimmermann fue quien puso rostro a esta creación.

A finales de 2014 vio la luz Love Story, el último perfume de la casa. En este caso, la imagen de este perfume radiante y embriagador con intensas notas florales y en el que se alían el jazmín y el azahar hasta conseguir una fragancia alegre y, al mismo tiempo, seductora, ha sido el bello rostro de la modelo y actriz francesa Clémence Poésy, conocida por interpretar el papel de la maga Fleur Delacour en algunos capítulos de Harry Potter. Una buena elección, sin duda, para poner un rostro a toda la magia de esta marca que no hace demasiado se anotó otra gran punto publicitario: ha sido la marca encargada de vestir de novia a toda una personalidad del mundo de la moda y la publicidad como es la modelo israelí Bar Refaeli.