El ácido glicólico es uno de los ingredientes clásicos de los productos cosméticos. Si hay una molécula estudiada en el mundo de la dermatología, ésa es la del ácido glicólico. Y es que el ácido glicólico es, en definitiva, eso: una molécula, una muy pequeña molécula que pertenece al grupo de los alfa hidroxiácidos o AHA, ácidos a los que también se llaman ácidos frutales por estar presentes, de manera natural, en frutas como el mango, el tomate o la manzana. Aparte del ácido glicólico también pertenecen al grupo de los AHA otras moléculas como el ácido cítrico, el ácido láctico o el ácido mandélico, todas ellas empleadas, también, en la elaboración de productos cosméticos. En este artículo de El Blog de CDNPerfumes vamos a prestar atención hoy al ácido glicólico.

El ácido glicólico se extrae de la remolacha, la caña de azúcar, las uvas y otras frutas que tengan un alto contenido de azúcar, aunque actualmente los laboratorios tienden a obtenerlo de manera sintética. Entre las virtudes y aplicaciones del ácido glicólico podemos encontrar las siguientes:

  • Desprende las células muertas y renueva la piel realizando una suave exfoliación.
  • Borra las pequeñas arrugas de las líneas de expresión como pueden ser las líneas de la frente, las del entrecejo o las de las comisuras de los labios.
  • Actúa como despigmentante, eliminando las manchas que produce el sol sobre la piel o las manchas de la edad.
  • Gracias a su capacidad humectante, el ácido glicólico aporta hidratación y suavidad a la piel.
  • Regenera los tejidos aportando un aspecto juvenil a la piel. Gracias a la intervención del ácido glicólico la piel se muestra más luminosa y de un color uniforme.
  • Estimula la producción de elastina y colágeno, con lo que actúa como un protector de la piel.

Por todas estas virtudes, el ácido glicólico es un ingrediente muy valorado y, en cierta medida, imprescindible, en todos aquellos productos cosméticos destinados al tratamiento de pieles con acné, pieles envejecidas, pieles afectadas de dermatitis seborreica, pieles con estrías, melasmas, manchas por embarazo, acumulación que queratina (hiperqueratosis), xerosis (piel seca o escamosa), etc.

El ácido glicólico empezó a utilizarse allá por los años 70 para eliminar las capas engrosadas de la piel. En la actualidad acostumbra a utilizarse para realizar peelings suaves. Para ello, el ácido glicólico se aplica en la piel del rostro, en el cuello, el escote, las manos o en aquellas zonas en que se necesite aplicar. Antes de proceder a la aplicación del ácido glicólico, que suele realizarse mezclándolo con otros ingredientes, hay que limpiar correctamente la piel. El tratamiento con ácido glicólico suele iniciarse en un centro de estética para, después, continuarlo en casa. Esa tarea de mantenimiento que se realiza en casa se realiza con geles o cremas con ácido glicólico en un porcentaje más bajo.

Los porcentajes de ácido glicólico presentes en las cremas y geles comercializados por las marcas de alta cosmética suelen oscilar entre el 10 y el 15%. Hay que tener presente que una concentración de ácido glicólico superior al 20% puede ser demasiado alta para una piel sensible. Después de todo, el ácido glicólico es un ácido y, como tal, aplicado en dosis no recomendadas, puede provocar irritaciones, rojeces, picores e, incluso, quemaduras leves. ¿Se pueden utilizar concentraciones más elevadas de él? Sí, pero sólo bajo supervisión de un especialista. Será éste quien decida, en algún caso, eliminar totalmente las células epidérmicas dejando expuestas las más profundas.

Del mismo modo, deberá ser un facultativo quien también decida el tiempo de duración de una terapia cosmética basada en la aplicación de ácido glicólico. Habitualmente, los tratamientos con ácido glicólico suelen durar desde unas seis sesiones hasta un máximo de entre tres y cinco meses en los casos más severos. Será el dermatólogo o especialista quien, tras realizar un diagnóstico exhaustivo de la piel y de las afecciones que le aquejan, determinará la cantidad, frecuencia e intensidad de dichas sesiones.

Hay estudios que demuestran que el uso durante largos períodos de tiempo del ácido glicólico provoca que la piel se acostumbre a él y, por tanto, el ácido pierda efectividad. La piel, al parecer, se vuelve resistente al ácido, y exige mayores dosis de éste para reaccionar a él. En cualquier caso, y tal y como hemos indicado, deberá ser un profesional de la dermatología y los tratamientos cutáneos quien decida qué dosis de ácido glicólico aplicar en cada sesión y durante cuántas sesiones. Son muchos los especialistas que apuntan que es mejor usar este AHA durante cortos períodos de tiempo y hacer descanso entre ellos que no prolongar su uso en un período largo.

Es muy raro que los tratamientos con ácido glicólico provoquen reacciones alérgicas, pero sí pueden provocar ligeras sensaciones de picor o quemazón cuando son aplicados por vez primera. Esta sensación suele durar muy poco y remitir en cuanto se avanza en la aplicación del tratamiento.

Quien decida aplicarse un tratamiento con ácido glicólico debe tener en cuenta que éste acostumbra a volver la piel especialmente sensible al sol, por lo que siempre se recomienda el uso de una protección solar adecuada.