Como muchas de las grandes marcas de moda y de perfume, la de Thierry Mugler debe su nombre a su creador. Nacido en Estrasburgo en 1948, Thierry Mugler se enamoró de la danza cuando era niño y bailó ballet hasta que cumplió los 14 años. La práctica de la danza le puso en contacto con el teatro y eso le permitió descubrir dos de sus grandes pasiones: el diseño de interiores y el diseño de vestuario.

Cuando cumplió los veinte años, Thierry Mugler dejó Estrasburgo (donde había estado estudiando en la Escuela de Artes Decorativas) para irse a vivir en París. Allí, empezó a diseñar sus primeras creaciones para Gudule, una pequeña boutique de moda. Dos años después, Thierry Mugler, como diseñador freelance, ya diseñaba múltiples piezas para casas de moda de ciudades como Milán, Londres, Barcelona y, por supuesto, la propia París.

Fue a la edad de 25 años, en 1973, cuando Thierry Mugler creó su primera colección. Esta colección, que tenía un aire sofisticado y urbano y que se destacaba claramente por ir en contra de las tendencias estilísticas propias de la época, tuvo por título Café de París. En esta sugerente colección, Thierry Mugler dio el primer paso hacia lo que sería su sello personal como creador de moda: la combinación equilibrada, elegante y sensual entre clasicismo y modernidad. Las prendas que formaban parte de Café de París eran, mayoritariamente, trajes de chaqueta muy estructurados y dotados de unas costuras que seguían las líneas del cuerpo.

El progresivo éxito de Thierry Mugler le permitió abrir su primera boutique. Fue en un lugar privilegiado de París, en la Place des Victoires, en el Distrito I de París, a tiro de piedra del Palacio Real y del Museo del Louvre.

Entre las características fundamentales que iban a convertir el estilo de Thierry Mugler en un estilo fácilmente reconocible figurarían las hombreras anchas y rellenas y las cinturas de avispa. La combinación de estos dos elementos haría que las mujeres de Thierry Mugler presentaran un aspecto fuerte y, hasta cierto punto, agresivo. A ello colaboró la experimentación del diseñador francés con los materiales. El PVC entró a formar parte de unos diseños en los que se hacían continuas referencias al cómic, la ciencia-ficción o la zoología y que, a pesar de todo, destilaban una extraña sensualidad.

Su sentido de la puesta en escena, heredada sin duda de su amor por la danza y el teatro, permitió convertirse a Thierry Mugler en una estrella en un momento en que la moda se estaba consolidando como un espectáculo de masas y en el que las supermodelos adquirían fama mundial. Thierry Mugler, apasionado de lo visual, llegó a fotografiar sus propias campañas publicitarias. Él mismo participaba activamente en elegir la escenografía, la iluminación, el estilismo y la coreografía de sus desfiles.

De la ropa diseñada por Thierry Mugler se llegó a decir que era la ropa propia de un sex shop. Él, indiferente a las críticas, siguió explorando la misma línea creativa. Al fin y al cabo, era la suya, la que lo personalizaba en un universo lleno de propuestas estilísticas de todo tipo. Para calibrar su éxito sólo hace falta nombrar a algunas de las modelos que, en 1995, desfilaron en el show conmemorativo de los veinte años de la marca Thierry Mugler. Entre ellas figuraban Claudia Schiffer, Naomi Campbell, Linda Evangelista, Eva Herzigova, Elle MacPherson y Kate Moss. Casi nada. Sin duda nadie mejor que estas celebridades del modelaje para lucir las extravagantes y espectaculares diseños de Thierry Mugler.

Los finales de los noventa trajeron al mundo de la moda una nueva tendencia. La sobriedad volvió a ponerse de moda y Thierry Mugler, intuitivo, decidió abandonar el mundo de la moda. Era el año 2002. Su creatividad como diseñador de moda se había agotado. Pero Mugler no se retiraba del mundo de la creación. Desde aquel momento decidió centrarse en la línea de perfumes que había creado a principios de los noventa y en colaborar con artistas de la talla de George Michael, Beyoncé, Lady Gaga o el Cirque de Soleil en el diseño de sus escenografías.

Las fragancias de Thierry Mugler estaban producidas por Clarins y una de ellas, Angel, forma parte, con letras de oro, de la historia de la perfumería. Este perfume de la familia olfativa oriental, creado en 1992, supuso toda una ruptura con la tradición perfumista gracias a sus notas achocolatadas, a su combinación con la vainilla y el pachulí y al diseño de su frasco. ¿Quién no conoce la forma de estrella del frasco de Angel de Thierry Mugler?

El responsable de la creación de Angel, más allá de Thierry Mugler, fue el perfumista Olivier Cresp. Se dice que sólo este perfumista, que había recibido formación en aromas alimentarios en Estados Unidos, aceptó el encargo de Mugler de crear un perfume que transmitiera sabores. Lo que Mugler perseguía buscando ese nuevo perfume era, en cierto modo, crear una fragancia que recordara a las meriendas de la infancia. Es decir: combinar perfumería y confitería. Tras más de 600 pruebas, Olivier Cresp dio con el perfume redondo.

Junto a Angel, A-Men (creado en 1996) es otro de los grandes hitos de Thierry Mugler como perfumista. Tras este perfume masculino, fragancias como Alien, Womanity, Mugler o Innocent forman el excepcional catálogo de perfumes de Thierry Mugler.