Si algún libro religioso recoge un amplio catálogo de aromas ése es la Biblia. El que es libro sagrado de las religiones judaica y cristiana no cesa, en sus páginas, de señalar cómo determinados aromas cumplen, dentro de la cultura judía, una eminente función religiosa y sagrada. Esta función, en los tiempos más antiguos, era prácticamente exclusiva. Así como determinados aromas y perfumes eran utilizados durante la plegaria, el aceite de unción (el óleo) se utilizaba en muchas otras ocasiones. Sería después, con el paso de los siglos, cuando el perfume adquiriera nuevas connotaciones y usos. Así, lo que en un principio estaba destinado a la ritualidad religiosa fue, cada vez más, empleándose con finalidad terapéutica o como medio de higiene. El siguiente paso y el que, finalmente, habría de llevarlo a su uso actual, sería el de convertirse en algo de uso hedonista.

¿Qué aromas son ésos que aparecen en la Biblia? Fundamentalmente dos: el incienso y la mirra. Junto a estos aromas bíblicos estelares habría que destacar, por ejemplo, la presencia del nardo, del bálsamo, del junco, de la henna, del azafrán, de la canela o del arrayán. Con un perfume de nardos, por ejemplo, una mujer perfuma los pies y el cabello de Jesucristo en un pasaje del Nuevo Testamento.

El incienso

El incienso es una sustancia gomosa resinosa que se obtiene de ciertos árboles de la familia de las burseráceas. Estos árboles crecen fundamentalmente en ambas orillas del Mar Rojo, en el golfo de Suez, en el golfo de Aqba, en Somalia y en la India.

Este aroma bíblico, que representa la alianza entre lo humano y lo divino, sigue utilizando en muchos ritos tanto del judaísmo como del cristianismo. Para utilizarlo, sin embargo, el incienso no se utiliza en estado puro. Para conseguir un aroma más penetrante se le añaden otras sustancias. Entre esas sustancias podemos encontrar, entre otras, el sándalo, la mirra, el almizcle, el ámbar, el benjuí o el áloe.

El incienso está, en la Biblia, reservado a grandes e importantes momentos o rituales. Por ejemplo: el incienso juega un papel importante cuando el creyente judío realiza la ofrenda de la oblación (“minah”) y el incienso fue, entre todos los aromas bíblicos, aquél que, en su mayor parte, eligió la Reina de Saba para honrar al rey Salomón al entregar un magnífico tesoro en el que figuraban, entre otras riquezas, ciento veinte talentos de oro y una gran cantidad de piedras preciosas.

Para hacerse una idea definitiva de la notoriedad que el incienso tenía en las costumbres hebreas y, por tanto, en la Biblia, basta con detenerse a contemplar un hecho que recalca esa importancia. El arca de la Alianza era un cofre que contenía las Tablas de la Ley (los Diez Mandamientos) que Dios entregó a Moisés en el Monte Sinaí. Esa arca sagrada que simbolizaba la presencia de Dios se colocaba en el Sancta Sanctorum o Lugar Santísimo, en el Tabernáculo. En el espacio en que se encontraba el arca de la Alianza sólo podía entrarse una vez al año. Ese día, señalado especialmente en el calendario hebreo, es el llamado “día del perdón” (Iom Kipur). Ésta es la festividad más solemne del pueblo judío. Ayuno y oración marcan ese día en el que, el Sumo Sacerdote, ungido con sangre de cordero y estando libre de pecado, entraba en el Sancta Sanctorum portando incienso. La importancia de este aroma bíblico queda, sin duda, realzada por el papel que juega en tan importante festividad religiosa.

La mirra

El de la mirra es otro de los aromas bíblicos fundamentales. Para obtener la mirra hay que realizar unos cortes en las cortezas de los árboles que la producen y extraer la resina gomosa y aromática que dichos árboles dejan fluir por sus heridas. Roja, traslúcida, frágil y brillante, la mirra tiene un uso fundamentalmente funerario ya que se consideraba que preservaba los cuerpos (José de Arimatea, por ejemplo, la usó para ungir el cuerpo de Cristo tras su muerte), pero también es empleada en otras funciones.

La mirra, en los tiempos bíblicos, servía como calmante de heridas y es uno de los de los componentes del aceite empleado en los ritos de unción y de múltiples ungüentos. Siglos después, la mirra servirá como perfume o componente de perfumes y también como componente de dentífricos y enjuagues bucales.

En la Biblia, además, la mirra fue una sustancia directamente asociada también al placer y a la sensualidad. En los preparativos amorosos era habitual, entre las clases pudientes, que la mirra se empleara para aromatizar los lechos de los amantes. En el libro de Esther, por ejemplo, se habla de cómo esta sustancia se empleaba para realizar aceite de masaje.

Aceite de unción

La mirra, como aroma bíblico, tenía una función fundamental en la composición del aceite de la santa unción. Este aceite, empleado para ungir el tabernáculo, el arca de la alianza, la mesa y sus utensilios, la fuente y su base (según se cuenta en el Éxodo), está compuestos por cinco sustancias: la mirra, la canela, el cálamo, el aceite de oliva y la casia. Ninguno de ellos podía faltar en esta sustancia, el aceite de unción, de tanta importancia para los rituales hebreos.