Las células de la piel necesitan regenerarse y nada mejor para ello que contar con la ayuda del peeling. El peeling es el mejor sistema para limpiar la piel, suavizar su textura, iluminar y matizar aquellas manchas que en ella hayan salido a causa de la pigmentación y difuminar las pequeñas arrugas que puedan afearla. Si deseamos que nuestra piel absorba correctamente un producto cosmético, nada mejor que tratar dicha piel con un peeling. El peeling, pues, potenciará los efectos de aquellos tratamientos destinados al cuidado de nuestra piel.

Cuando hablamos de peeling estamos hablando de todo procedimiento o método que sirve para retirar de la superficie de nuestra piel la capa de células muertas que habitualmente la cubre. Con el peeling corregiremos arrugas, trataremos el acné, lucharemos contra el fotoenvejecimiento de la piel, reduciremos la flacidez de la misma y corregiremos las secuelas de las queratosis actínicas. Éstas son unas placas costrosas que, en algunos casos, pueden derivar en tumores epidérmicos malignos. También para luchar contra estas lesiones cutáneas premalignas es eficiente el peeling, que resulta también un sistema ideal para prevenir la aparición del vello enquistado.

Tipos de peeling

Existen dos tipos de peeling: el peeling físico y el peeling químico. En el primero se utilizan productos elaborados con pequeñas partículas sólidas que exfolian la piel al masajearla y friccionarla. Entre dichas partículas podemos encontrar esferas de sílice o de aluminio y cáscaras de frutos secos. Esas pequeñas partículas que son la base del peeling físico se encuentran suspendidas en una crema, una emulsión o un gel.

El peeling químico, por su parte, se realiza con emulsiones o cremas que basan su formulación en ácidos. El ácido glicólico, por ejemplo, sería uno de ellos. También lo serían el salicílico, el tricloracético, el fenol o el mandélico. Para efectuar un peeling químico hay que aplicar la emulsión o la crema elegida como si se tratara de una mascarilla. Esta mascarilla tendrá la función de ablandar y disolver las asperezas. Éstas se retirarán de la piel cuando se limpie el producto.

El peeling químico es el tipo de peeling destinado a las pieles que, o bien tienen los poros más dilatados, o bien han sido maltratadas por el sol. El peeling químico sería pues, según afirman muchos dermatólogos, el peeling ideal para pieles maduras. Para pieles más jóvenes o sensibles se recomienda, por el contrario, el uso del peeling físico.

¿Cuándo y cómo debe realizarse el peeling?

Si hay una época ideal para realizar un peeling ésa es la de los meses de otoño e invierno, especialmente cuando el peeling a realizar sea un peeling profundo. ¿Por qué? Sencillamente, porque el peeling en primavera o verano podría dejar la piel demasiado expuesta a los efectos negativos de la exposición solar y eso podría resultar dañino para ella. El peeling tampoco debería realizarse tras un día de playa o piscina. Tras tomar el sol, la piel tiende a inflamarse, lo que hace poco recomendable agredirla con una sesión de exfoliación.

Así como un peeling profundo sólo puede realizarse cuando haya transcurrido un tiempo prudencial de entre uno y tres meses, el peeling superficial puede realizarse semanalmente. El peeling superficial, de hecho, es un tratamiento ideal para potenciar y mejorar los efectos del serum, el tónico o la crema hidratante sobre la piel del rostro de aquellas personas que, por pasar muchas horas en la calle, están especialmente expuestas a la contaminación y la suciedad ambiental.

A la hora de utilizar un exfoliante hay que tener en cuenta si ha sido elaborado para realizar un peeling facial o, por el contrario, su formulación está especialmente indicada para realizar un peeling corporal. Y es que el exfoliante corporal no está indicado para la exfoliación facial y viceversa. Hay que pensar que la piel del cuerpo es más gruesa que la del rostro y, por tanto, necesita de un peeling algo más agresivo e intenso. La exfoliación de la cara, por su parte, debe ser menos profunda.

Antes de realizar un peeling debe efectuarse una limpieza profunda y desengrasante de la piel. Una vez limpia, se aplicará sobre la misma la cantidad conveniente del exfoliante y, aplicado, se dejará actuar sobre ella durante el tiempo recomendado por el fabricante del producto.

Es fácil que, durante el tiempo de aplicación del exfoliante, sintamos algún tipo de picor o quemazón y comprobemos cómo la piel enrojece. Esa sensación es normal. Una vez transcurrido ese tiempo, neutralizaremos el efecto del ácido del exfoliante limpiando la zona en que ha sido aplicado. Esta limpieza permitirá que disminuya la sensación de picor, que desaparecerá completamente una vez haya sido aplicada la mascarilla hidratante.

Tras el peeling es conveniente no sólo tratar la piel con los correspondientes productos hidratantes. También es conveniente, para el correcto cuidado de la piel, utilizar tras el peeling productos que ayuden a la reepitelización de la dermis y fotoprotectores que reduzcan los efectos perniciosos del sol sobre la misma.