Un pelo sano y hermoso no es un milagro. Un cabello brillante es el fruto de unos cuidados diarios. Dentro de los hábitos que forman parte del cuidado del cabello, el uso de un champú adecuado para nuestro tipo de pelo es fundamental. Después de todo, el champú es algo que usamos prácticamente a diario y uno de los productos que determinarán el aspecto que ofrezca nuestro pelo. Un champú bien elegido hará que nuestro cabello luzca brillante. Un champú mal elegido impedirá que nuestro cabello pueda lucir todo su potencial.

Antes de elegir un champú debemos hacernos una pregunta: ¿está sano nuestro cuero cabelludo? Si nuestro cuero cabelludo está enfermo, la visita al dermatólogo se impone. Caspa, hongos, dermatitis atópica, soriasis, foliculitis, pediculosis, impétigo… cualquiera de estos problemas requieren de un tipo de champú especial en cuya formulación intervengan componentes como el clobetasol, el piritionato de zinc, la ciclopiroxolamina, el ictiol, la niacinamida, el ketoconazol o el ácido salicílico. Este tipo de champú sólo podrá ser recomendado por un dermatólogo. Con ellos, y usándolos según las indicaciones del especialista, podrán superarse esos problemas.

Un cabello sano, por su parte, podrá ser lavado con otro tipo de champú. Son muchos los disponibles en el mercado y todos ellos están especialmente indicados para un tipo de cabello determinado. Ahora bien, ¿qué champú debemos escoger atendiendo a nuestro tipo de pelo?

Champú para cabello rizado

Si tienes el cabello rizado es fácil que éste tienda al encrespamiento. Para evitarlo en la medida de lo posible nada mejor que elegir un champú que contenga los suficientes componentes hidratantes como para evitar la sequedad que provoca dicho encrespamiento. Si el champú no hidratara lo suficiente, esa función hidratante podría ser reforzada con el uso de aceite de coco.

Champú para cabello liso

Las personas que tienen el cabello liso y sin volumen deben elegir un champú que potencie dicho volumen para, así, permitir que el cabello ofrezca un mejor aspecto. La elección de este tipo de champú no debe impedir que la persona ponga en práctica algunos trucos destinados a dar volumen al cabello. Uno de ellos sería secarse el pelo boca abajo. Otro, cortar las puntas cada 6 u 8 semanas. Uno más: masajear el cuero cabelludo. Esto permite mantener los folículos en un magnífico estado de salud.

Champú para cabello graso

Si posees el cabello graso tu principal objetivo es controlar la producción de sebo en el cuero cabelludo. Ojo: controlar quiere decir reducir de una manera responsable, no excediéndose en la eliminación de esa grasa. La exageración podría llevar a secar el pelo y un pelo seco es un pelo enfermo y frágil que puede romperse o caer más fácilmente. ¿Cómo conseguir la medida justa en ese control cuando se lava el cabello a diario? Alternando el uso de champú para el control de la grasa con el de champú normal en una relación de 4 a 3 a favor del champú para cabello graso.

Si no lavas tu cabello a diario, utiliza siempre este último tipo de champú.

Champú para cabello seco

Si hay un cabello que merece especial cuidado ése es el cabello seco o teñido. Este cabello requiere de una serie de productos especiales pera su cuidado. La hidratación de ese cabello debe ser el objetivo prioritario a la hora de escoger un champú. Lo importante es aportar vitaminas y nutrientes al pelo. ¿Cómo conseguirlo? Con productos que posean ingredientes hidratantes como el aguacate o el aceite de oliva o almendras. El champú destinado a este tipo de cabello debe ser, además, un champú que proteja de los rayos UV/UVA.

Champú para cabello frágil

Otro tipo de cabello que merece cuidados especiales es aquél que se enfrenta a un proceso de caída. Al elegir un champú, la persona que tiene problemas de caída de cabello debe buscar un champú suave y, a la vez, nutritivo. Este champú debe servir para fortificar al cabello. Junto a su uso tendrá una importancia capital que se reduzcan los niveles de estrés, se busquen acondicionadores, cremas para peinar y mascarillas adecuadas y, por supuesto, mantener una alimentación correcta, equilibrada y rica en hierro, antioxidantes, vitaminas A, B, C y E, y ácido fólico.