El lavado del cabello está lleno de mitos. Quien más quien menos ajusta sus rutinas a la hora de lavarse el cabello a esos mitos. Hay quien no se lo lava cada día alegando que el lavado diario del pelo hace que éste se caiga más. Otros no lo hacen porque han oído alguna vez que lavar el pelo cada día influye directa y proporcionalmente en el nivel de grasa de éste. En este post vamos a intentar aclarar algunas dudas que puedan tenerse sobre las rutinas a seguir a la hora de lavar el cabello.

Lo primero que hay que decir es que no existe una pauta que determine, por ejemplo, cada cuanto tiempo una persona debe lavarse el pelo. Ni todas las personas tienen el mismo tipo de cabello ni todas tienen las mismas costumbres y las mismas prácticas diarias. Por ejemplo: una persona que practica deporte a diario debería, lógicamente, lavarse el pelo a diario. El sudor obligaría a ello. Del mismo modo, una persona que trabaja en circunstancias en las que el pelo está expuesto al polvo o a la contaminación ambiental deberá lavarse la cabeza más a menudo que aquélla que trabaje en unas condiciones ambientales en las que el polvo o la contaminación no estén tan presentes.

La mayor frecuencia en el lavado del cabello tampoco guarda relación con la caída del mismo. Al cabello puede afectarle más, por ejemplo, el uso demasiado reiterado del secador a una temperatura caliente o el uso de determinados tipos de peines que el lavado diario del mismo siempre que se utilice un champú que no resulte demasiado agresivo para él. Por otro lado, hay que considerar que los champús que habitualmente se pueden encontrar en el mercado son champús en los que se puede confiar. Lo mejor, no obstante, es escoger un champú que tenga un ph de tendencia ácida. Un champú con un ph que ronde el 5 sería un champú idóneo para nuestro cabello. Hay que pensar que, por ejemplo, un champú con un alto poder a la hora de lavar el pelo podría provocar un cierto desecamiento del cuero cabelludo y esto produciría picores y molestias.

Más perjudicial que el exceso de lavado del cabello puede resultar para el mismo la falta de lavado. En el cuero cabelludo existen una serie de microorganismos que, en conjunto, reciben el nombre de microbioma. El microbioma se alimenta del sebo y de las células muertas del cuero cabelludo. Tras alimentarse, dichos microorganismos producen ciertas sustancias de desecho. Estas sustancias de desecho, acumuladas, pueden irritar al fulículo piloso y afectar a su buen funcionamiento. Más allá de cinco días no deberíamos estar sin lavarnos el pelo.

En esta sección ya hemos dedicado un post al uso de acondicionadores, sérums y mascarillas capilares. Sin embargo, resumiremos su contenido diciendo que, así como los acondicionadores son productos capilares destinados al uso cotidiano, las mascarillas requieren un uso más espaciado. Los acondicionadores podrían usarse entre dos y tres veces por semana; las mascarillas, sólo cuando notemos nuestro cabello especialmente dañado.

En casos de urgencia, cuando no podemos lavarnos el pelo porque, o bien no tenemos tiempo, o bien no podemos hacerlo por mantener una determinada convalecencia, podemos recurrir a lo que se conoce como champú en seco. El champú en seco son formulaciones en polvo o spray que se dispersan sobre el cabello como una fina película. Esa película, formada por una emulsión absorbente, retira la grasa del cabello. Una vez haya actuado (lo hace en unos minutos), el champú en seco, y con él la grasa, se retiran con un cepillado vigoroso.

En los últimos tiempos y en ciertos ambientes se ha puesto de moda una tendencia (el “no poo”) consistente en rechazar el uso del champú a la hora de lavar el cabello. ¿Cómo se debería pues, según los seguidores de esta tendencia, lavar el pelo? Simplemente con agua, bicarbonato, aceites esenciales o vinagre. Los dermatólogos no recomiendan seguir esta tendencia y advierten de los riesgos que puede acarrear para el cuero cabelludo. El champú es imprescindible para eliminar el sebo producido por las glándulas sebáceas. En ese sebo quedan enganchadas las células muertas del cuero cabelludo, la suciedad o las lacas y gominas, junto a otros productos, que nos apliquemos en él. Eliminarlo, pues, es fundamental para mantener una correcta higiene capilar. Por eso es fundamental saber elegir un champú. Para hacerlo hay que tener presente que, en la mayor parte de los casos, basta con un jabón neutro. Que después se alterne este champú neutro con otros champús especiales para pelos rizados, teñidos, lisos, etc. dependerá de los gustos personales de cada cual.