Tenacidad, versatilidad y abstracción. Éstas eran algunas de las directivas que la diseñadora Coco Chanel dio al perfumista Ernest Beaux para elaborar la primera fragancia de su casa. Otra fue la de que la fragancia que se realizara no debía parecerse a ninguna otra. No importaba que Gabrielle “Coco” Chanel fuera una recién llegada al mundo de los perfumes. Tenía claro lo que quería. Su amante de aquel tiempo, el Gran Duque Dimitri, primo del zar Nicolás II, había despertado en ella el interés por los perfumes. El genio de Chanel hizo que viera en ellos un complemento perfecto para redondear su idea y su imagen de mujer. Una mujer, pensaba Coco Chanel, es cómo se viste, pero también cómo se perfuma. Esa idea de mujer no podía ser representada por ningún perfume monofloral. Una mujer no es una rosa, ni un jazmín, ni un clavel, ni ningún otro tipo de flor. Por eso no puede oler a ninguna de esas flores en particular. Debe oler a otra cosa.

Ésa era la idea que Coco Chanel tenía en la cabeza y ésa la que había que plasmar. Para ello, había que recurrir a las nuevas tendencias de la perfumería de la época, mucho más creativa, mucho más emocional. Para hacerlo, echó mano de Ernest Beaux y le hizo su encargo.

Para satisfacer el encargo, Beaux buscó algunos de los ingredientes más caros: jazmines de la región francesa de Grasse, rosas de mayo e ylang-ylang de las Comores. Junto a ellos, la vainilla y el vetiver de Bourbon, el sándalo y el nerolí de Grasse, son otros de los componentes naturales de este mítico perfume. Sin embargo, es el uso de los aldehídos lo que da personalidad propia a Chanel nº5. Son esos aldehídos los que dan una nueva vida a los arreglos florales del perfume. Estos componentes químicos ya se habían usado anteriormente. Lo había hecho, por ejemplo, Robert Bienaimé, en Houbigant, para componer Quelques Fleurs (1912). Ese hecho no había pasado inadvertido a Ernest Beaux, que empezó a emplearlos en gran cantidad. Ya lo había hecho al componer Bouquet de Catherine (1913), una fragancia elaborada para la casa Rallet y con la que se quería conmemorar el tercer centenario de la dinastía Romanov. Para muchos críticos, esa fragancia es el antecedente directo de Chanel nº 5. La historia, sin embargo, fue mucho más benévola con Chanel nº 5 que con Bouquet de Catherine o Le nº 1 de Rallet, otra de sus relecturas. Muchas de las razones de ese contraste es el éxito del marketing de Chanel nº 5.

Para publicitar el nuevo perfume, Coco Chanel utilizó, primeramente, la estrategia del boca a boca. Regaló algunos frascos, vaporizó algunos salones de alta costura y, así, consiguió echar el anzuelo, en definitiva, sobre la curiosidad de las clientas de esos salones. El perfume, así, adquirió un nivel de popularidad que hizo que fuera necesaria la fundación de la sociedad “Les Parfums Chanel” en abril de 1924. A partir de ese momento, Chanel nº5 inició la expansión que le iba a llevar a convertirse en el perfume más famoso de la historia.

A ello colaboró, también, el diseño de su frasco. Alejado de todo barroquismo, funcional, sencillo e intemporal, con un tapón que parece un diamante tallado y que reproduce la forma geométrica de la plaza Vendôme de París, el frasco de nº 5 se ha convertido, con el tiempo, en un ejemplo de lo que es un diseño que sobrevive al paso del tiempo y que se ha hecho acreedor de figurar en museos como el MOMA neoyorquino.

Chanel nº 5 forma parte de la historia de la perfumería en general y de la pequeña historia del siglo XX en particular. Basta ver las imágenes de soldados estadounidenses que, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, hacían cola en la boutique parisina de Chanel para, de regreso a su patria, poder regalar un frasco a sus novias, madres y hermanas. Basta ver a iconos femeninos como Marilyn Monroe, Catherine Deneuve, Carole Bouquet y Audrey Tautou anunciándolo. De hecho, Marilyn, uno de los grandes mitos de Hollywood, llegó a decir en unas declaraciones que ya forman parte de la historia publicitaria de la perfumería que, para dormir, sólo se ponía unas gotas de Chanel nº 5.

Atendiendo a esta seductora imagen, podemos preguntarnos, ¿qué componentes olfativos se ponía exactamente Marilyn Monroe cuando se iba a dormir? Para contestar a esta pregunta sólo debemos prestar atención a las notas de Chanel nº5:

  • Notas altas: aldehídos, bergamota, limón, nerolí.
  • Notas de corazón: jazmín, rosa, lirio del valle, meristeme, ylang-ylang.
  • Notas de base: vetiver, sándalo, cedro, vainilla, ámbar, algalia y almizcle.

Todo esto se ponía Marilyn sobre su cuerpo desnudo. La combinación exacta forma parte de la historia de la perfumería: es la fórmula de Chanel nº 5, un perfume que es un mito entre los mitos.