El 15 de octubre de 1917 fue fusilada en el castillo de Vincennes, a las afueras de París, Margaretha Geertruida Zelle, una mujer holandesa de poco más de 40 años que ha pasado a la historia con el sobrenombre de Mata Hari.

Hablar de Mata Hari es hablar de la más mítica espía de la historia. Pero Mata Hari era más que una espía a favor de Alemania (por eso los tribunales franceses la condenaron a muerte tras ser detenida y acusada de espionaje y traición). Mata Hari fue bailarina y también cortesana. En lenguaje actual, podríamos decir que esta mítica mujer fue, entre otras cosas, escort. O acompañante de lujo, como se prefiera decir. No en vano, entre sus amantes más o menos regulares, más o menos accidentales, figuraban empresarios, ministros y generales. Unos y otros dejaban en el lecho compartido con la intrigante holandesa confidencias, secretos, información que valía, en muchas ocasiones, su precio en oro. Sobre este aspecto sostuvieron sus acusaciones los fiscales franceses cuando acusaron a Mata Hari de recopilar secretos de los oficiales aliados con los que se acostaba para, a continuación, vender dichos secretos a las autoridades alemanas.

Para los franceses y para la prensa sensacionalista de la época, Mata Hari era la responsable directa de que hubieran muerto en los campos de batalla miles de sus compatriotas. Los estudios más recientes apuntan que quizás Mata Hari no era tanto una espía que actuaba única y exclusivamente en favor de los alemanes como una doble espía, una mujer que, aprovechándose de su belleza y de la tendencia de los hombres a hablar en el lecho, intentaba mantenerse a flote entre dos aguas. Más allá del mito, ¿quién era en verdad Mata Hari?

Hija de un sombrerero, Margaretha, nacida en 1876, se fue a vivir con su padrino tras el fallecimiento de su madre y las segundas nupcias de su padre. Estudiante de magisterio (estudios que tuvo que abandonar tras ser acusada de “involucrarse” con uno de los directores cuando ella tenía 16 años de edad), en 1895, cuando Margaretha rondaba los 19 años, se casó con Rudolf MacLeod, un militar que tenía 20 años más que ella y al que había conocido por correspondencia al contestar a un anuncio en el que él solicitaba una esposa.

Tras casarse en Ámsterdam, Margaretha y Rudolf se trasladaron a vivir a Java. Fruto de ese matrimonio nacieron dos hijos, un niño y una niña. El fallecimiento del hijo a causa de un envenenamiento por parte de una sirvienta y el alcoholismo del marido hicieron que Margaretha buscara una vía de escape que la aliviara de sus sentimientos de soledad. Quien había de ser Mata Hari encontró esa vía de escape en el baile. El aprendizaje de las danzas folclóricas del país, así como el de las refinadas y sensuales técnicas amatorias orientales, permitieron que aquella fantasiosa joven de extraña belleza adquiriera un bagaje que le iba a permitir brillar con luz propia en los salones de toda Europa.

De regreso al Viejo Continente y tras divorciarse de su marido, al que acusó de maltrato (Mata Hari diría siempre que no mostraba su pecho en el escenario porque su marido le había arrancado el pezón de un mordisco), Margaretha intentó primeramente ganarse la vida como modelo de desnudos para varios artistas. Ante las dificultades de mantener así un ritmo de vida acorde con sus sueños y su afán por prosperar, Margaretha decidió inventarse un pasado. Figurando ser una princesa de Java, Margaretha decidió entonces llamarse Mata Hari, expresión que en malayo significa “ojo del día”. Al ponerse ese nombre, Margaretha hacía nacer el mito de Mata Hari.

Con ese nuevo nombre, la joven holandesa triunfó en los teatros de la capital francesa. A ellos acudían los parisinos a ver cómo aquella exótica mujer bailaba de un modo sensual y cargado de erotismo mientras se desprendía de los velos translúcidos que la vestían y se quedaba, vestida con una especie de mono del color de la piel, simulando un espectacular desnudo apenas cubierto de joyas.

Fueron estos los años en los que Mata Hari empezó a ejercer de cortesana, papel que cada vez interpretó de manera más habitual cuando empezaron a surgir sobre los escenarios imitadoras más jóvenes que ella y su atractivo sobre el escenario decreció a causa de la edad.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial pilló a Mata Hari actuando en Berlín. El jefe de la policía local era, en aquel momento, uno de sus amantes habituales. Fue él quien la puso en contacto con Eugen Kraemer, cónsul alemán en Ámsterdam y jefe de los servicios de inteligencia alemanes. Sería él quien, de una forma u otra, acabaría costeando el tren de vida de Mata Hari retirándola de los escenarios a cambio de que la joven le pasara información relevante sobre el enemigo. Convertida en la agente H-21, Mata Hari empezó a pasearse sobre el delgado filo de la navaja, en especial cuando, de nuevo en París, se ofreció al capitán Ladoux, jefe del Servicio de Espionaje y Contraespionaje francés para actuar como contraespía.

Ladoux le ofreció la posibilidad de espiar para los franceses, pero la historia no habla de Mata Hari como de una mujer especialmente inteligente a la hora de ejercer como espía. De hecho, se cuenta de ella que su propensión a la mentira y al embrollo y su tendencia casi hormonal a irse a la cama con cualquier hombre que tuviera un uniforme fueron los detonantes que acabaron causando su caída en desgracia, su detención, su juicio y, finalmente, su fusilamento. No en vano, la propia Mata Hari declaró en su juicio: “Amo a los militares. Los he amado siempre y prefiero ser la amante de un oficial pobre que de un banquero rico”.

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Parece por lo tanto que su vocación de prostituta pesaba tanto como la de espía, no nos podemos imaginar hoy en día mujeres como Escorts Barcelona se dedicasen a la labor de espía. Imaginad como bellas escorts de lujo en Madrid se dedicasen a sacar los secretos más preciados del Gobierno de España. Pura fantasía que hace que el mito de nuestra heroína sea mucho más interesante.

La leyenda cuenta que Mata Hari no quiso taparse los ojos en el momento de ser fusilada. Lo cierto es que, tras recibir el tiro de gracia por parte del oficial y certificarse su muerte, el cuerpo de Mata Hari no fue reclamado por nadie. Se dice que se entregó a la escuela de medicina de París para ser usado en prácticas de disección y que su cabeza se preservó en el parisino Museo de Anatomía. En la actualidad, la cabeza de Mata Hari (si es que en verdad se conservó) se encuentra en paradero desconocido. Su mito, sin embargo, sigue vivo. Desde CDN perfumes nos encanta rememorar a este personaje histórico y es por ello que hemos querido dedicarle un artículo.