El Diccionario de la Real Academia Española de la lengua define la palabra fragancia como un “olor suave y delicioso”. Nunca, pues, podemos usar el término fragancia para referirnos a un mal olor. Y es que una fragancia no podrá, nunca, ser o resultar desagradable. Nunca podrá ser fétida. Lo que sí podrá ser, y es de eso de lo que vamos a hablar en este artículo de hoy de nuestra sección de perfumería, es natural o sintética. Conocer las diferencias entre ambas es importante para valorar en su justa medida el proceso de elaboración de un perfume y el producto obtenido de dicho proceso.

Cuando la fragancia se ha elaborado utilizando en todo momento aceites esenciales puros, hablamos de fragancias naturales. Cuando la fragancia se ha elaborado en un laboratorio, la fragancia recibe el nombre de fragancia sintética. Habitualmente, el término sintético aparece atado, irremediablemente, a connotaciones de carácter negativo. Así, con demasiada frecuencia tendemos a infravalorar las fragancias sintéticas y a despreciarlas mentalmente frente a las fragancias naturales obviando algunas de las virtudes de las primeras. Por ejemplo: cuando despreciamos mentalmente las fragancias sintéticas olvidamos que estas fragancias nos permiten recrear aromas que no podemos extraer de una manera natural. Por su parte, otra de las grandes virtudes de la obtención de aromas y notas olfativas en un laboratorio y que no se suelen tener en cuenta a la hora de valorar las fragancias sintéticas es que, gracias a ese proceso químico realizado en el laboratorio, podemos replicar determinados aromas reduciendo significativamente los costos de producción de los mismos, ya que la obtención del aceite esencial de determinadas sustancias puede resultar, en algunos casos, excesivamente cara.

Otro de los errores que se suele cometer al hablar de fragancias sintéticas es el de englobar a todas ellas en el mismo saco y considerarlas a todas iguales sin tener presente que existen tres tipos de fragancias sintéticas:

  • Las fragancias sintéticas “puras”, es decir: aquéllas que son totalmente sintéticas y han sido “inventadas” completamente en el laboratorio.
  • Las semi-sintéticas, que están elaboradas a partir de una combinación de fragancias naturales y sintéticas.
  • Los aislados naturales, un tipo de fragancia que se desarrolla aislando una esencia en concreto de un aroma más complejo.

Virtudes de las fragancias sintéticas

Las fragancias sintéticas tienen una serie de virtudes que no deberían ser olvidadas. Entre esas virtudes podemos destacar las siguientes:

  • Su durabilidad respecto a las fragancias naturales es mayor gracias a la función desempeñada por los fijadores sintéticos. Éstos, creados especialmente para ello, estabilizan la esencia y hacen que pueda percibirse olfativamente durante más tiempo.
  • Las fragancias sintéticas acostumbran a ser más concentradas, ricas y densas que las fragancias naturales.
  • Las fragancias naturales tienen aromas más limitados que las fragancias sintéticas. Y es que gracias al laboratorio, por ejemplo, podemos simular la fragancia del césped recién cortado; cosa que no podemos hacer con las fragancias naturales, pues no poseemos medio alguno para extraer dicho aroma.
  • Las fragancias sintéticas permiten reproducir aromas que la legislación actual no permite obtener de la propia naturaleza. Entre esos aromas podemos destacar, por ejemplo, el del almizcle, al que ya dedicamos en su momento un artículo en nuestro blog. Tradicionalmente, al almizcle se extraía, de manera natural, a partir de las glándulas caudales de los ciervos almizcleros machos. Actualmente, dicha especie animal es una especie protegida, por lo que para obtener la fragancia del almizcle, utilizada en múltiples perfumes, hay que echar mano de las técnicas de laboratorio.

Un último aspecto a tener en cuenta a la hora de quitar a las fragancias sintéticas el sambenito negativo con el que con demasiada frecuencia cargan es el que hace referencia a su coste. Y en que, en comparación con las fragancias naturales, las fragancias sintéticas resultan económicas. El enorme trabajo manual que se necesita para obtener cada molécula aromática de una fragancia natural eleva de manera importante el precio de la misma. Así, sin la existencia de los aromas sintéticos, presentes en la inmensa mayoría de los perfumes y colonias que circulan por el mercado, el perfume quedaría convertido prácticamente en un objeto de lujo al alcance de muy pocos bolsillos.

Pese a todas estas virtudes, sin embargo, son muchas las personas que a día de hoy siguen despreciando el concepto de fragancia sintética. Muchas de esas personas lo hacen utilizando un argumento que tiene que ver con la seguridad. Y es que son muchas las personas que dudan de que los aromas sintéticos sean seguros para la salud humana. ¿Es eso así?

Para dar una respuesta a esta pregunta es necesario fijarse en los controles que la industria del perfume ejerce sobre las fragancias que salen a la venta. ¿Son esos controles rigurosos? La respuesta es clara: sin duda. De ellos se encarga la International Fragance Association (IFA). De hecho, la IFA ha prohibido muchas sustancias antes de que pudieran ser utilizadas en la producción de fragancias.

En resumen: debemos valorar en su justa medida a las fragancias sintéticas y aplaudir su existencia. Después de todo, y sin ir más lejos, sin la existencia de notas olfativas creadas y desarrolladas en un laboratorio no existiría, por ejemplo, un perfume mítico y maravilloso como el Chanel nº 5. Y eso, sin duda, habría significado una gran pérdida para la historia de la perfumería.