No hay vuelta de hoja. Es ley de vida. La edad, tarde o temprano, acaba trayendo la aparición de arrugas. La deshidratación de la piel y la pérdida de tonicidad en los tejidos profundos de la misma son los causantes de la aparición de esas líneas que aparecen en el rostro y que tanto nos hacen constatar el inexorable paso del Tiempo. Y esos dos fenómenos (deshidratación y pérdida de tonicidad) van indisolublemente ligadas al envejecimiento. Combatirlas y atenuarlas al máximo es la función que encomendamos a las cremas antiarrugas o a las cremas anti-edad. De nuestro éxito a la hora de escoger una crema anti-edad dependerá, en gran medida, la efectividad de la misma.

Una de las primeras cosas que hay que tener en cuenta al escoger una crema anti-edad es, precisamente, nuestra edad. No tiene sentido utilizar la crema anti-edad cuando se tiene, por ejemplo, 20 años. ¿Cuándo hay que plantearse el inicio de su uso? Cuando se rondan los 35-40 años. Será entonces cuando debamos escoger una crema antiarrugas que nos sirva para dar a nuestra piel un aspecto más rejuvenecido.

Al escoger la crema anti-edad hay que tener en cuenta qué tipo de piel tenemos. Por ejemplo, si tenemos una piel mixta deberemos buscar una crema ligera, de textura sedosa y que sea rica en vitaminas A, C y E. La piel grasa, por su parte, exige el uso de una crema anti-edad que tenga textura de gel y que esté realizada con base de agua. Una crema de estas características, y que contenga, además, vitaminas C y E, producirá menos grasa y se absorberá mejor. En el caso de la piel seca, la crema anti-edad deberá poseer retinol, ácido glicólico y vitamina A.

Componentes de las cremas anti-edad

Para que una crema anti-edad sea efectiva debe poseer, entre sus componentes, algunos de los siguientes:

  • Ácido glicólico. Restauración e hidratación son las principales funciones desempeñadas por este componente de las cremas antiarrugas.
  • Ácido hialurónico. La función del ácido hialurónico es, principalmente, hidratante y regenerativa.
  • AHA. Con estas siglas se conocen una serie de ácidos que, presentes en los cítricos, alisan las líneas de expresión del rostro y proporcionan luminosidad al cutis.
  • Antioxidantes. Los antioxidantes son fundamentales para luchas contra los radicales libres, responsables primeros del envejecimiento. Al proporcionar volumen y relieve a la piel dificultan la aparición de arrugas.
  • Colágeno. Este componente no puede faltar en una buena crema anti-edad. El colágeno cumple una función capital a la hora de atenuar las arrugas y recuperar la flexibilidad de la piel.
  • Elastina. Proteger la tersura de los tejidos de la epidermis y actuar contra la flacidez de la piel del rostro son las dos funciones fundamentales que debe cumplir esta proteína, presente en las mejores cremas antiarrugas.

Escogida la crema anti-edad con la que queremos tratar nuestro rostro, debemos saber cómo aplicarla. Para aplicar la crema anti-edad hay que asegurarse de que la piel está completamente limpia. Una vez seguros de ello, debemos aplicar la crema en dirección contraria a la de cada arruga y dando ligeros toquecitos con la punta de los dedos.

Una vez escogida y aplicada una buena crema anti-edad hay que tener en cuenta que la crema anti-edad o la crema antiarrugas no son productos mágicos. ¿Qué queremos decir con eso?

Fundamentalmente, que sólo con perseverancia en su uso conseguiremos unos resultados óptimos. El uso de la crema anti-edad, además, sólo es una parte más del cuidado integral de la piel. De nada servirá utilizar una excelente crema anti-edad si, por ejemplo, no hemos mantenido durante años una buena rutina de limpieza facial y una buena hidratación de nuestra piel.

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