Si hay una nota olfativa unida de manera especial a la historia de la perfumería ése es el almizcle o musk. El origen de la palabra musk puede darnos una pista para saber de dónde procede este elemento que, en la historia de la perfumería, ha servido para dar un toque especial a una infinidad de perfumes y ha incendiado mil y un debates.

la palabra musk proviene de la palabra muska, un término sánscrito que hace referencia a los testículos. Atendiendo a esto podemos imaginar, pues, que el musk o almizcle proviene, de alguna manera, de las gónadas masculinas de algún animal en concreto.

El almizcle es una sustancia grasa de olor fuerte, sabor amargo y color entre rojo y marrón, una secreción producida por los folículos prepuciales del ciervo almizclero macho. Estos folículos o glándulas sólo pueden ser obtenidas cuando el animal ha muerto. La obtención de las glándulas a partir de las cuales se obtiene el almizcle implica, pues, el sacrificio del animal. Una vez el animal ha sido sacrificado, se le extrae esa glándula que se haya junto a su ano y se la deja secar. Una vez seca, esta glándula se convierte en polvo granulado. Ese polvo, en cantidades pequeñas y diluido en alcohol, produce un olor muy agradable. Es ese olor agradable el que convirtió al almizcle en uno de los ingredientes estrellas del mundo de la perfumería.

El almizcle se ha utilizado históricamente en el mundo de la perfumería por su pervivencia olfativa y por su acción fijadora. Algunos países orientales, además, lo han utilizado como una nota olfativa sagrada y los imanes de ciertas mezquinas lo utilizan, también, para inducir a la calma y al rezo. Habitual en las culturas asiáticas y musulmanas, que lo han utilizado como amuleto contra las enfermedades o, en algunos casos, como un adorno consistente en una bolsita con almizcle colgada del cuello, el doctor de la Iglesia Cristiana San Jerónimo advirtió a las mujeres cristianas de que no debían usarlo para evitar parecerse a las mujeres paganas.

No ha sido en exclusiva San Jerónimo quien ha clamado contra el uso del almizcle. También lo hicieron los ilustrados de la Enciclopedia Francesa o Rousseau. Tras la Revolución Francesa, no eran pocos los autores que asociaban el empleo del almizcle como perfume con las costumbres disolutas de los viejos libertinos y de las cortesanas que participaban en sus fiestas.

Al almizcle se le acusó, también y durante el siglo XIX, de provocar histeria. Esto no impidió que siguiera utilizándose como nota olfativa en la elaboración de perfumes. Pese al intento de impulsar una nueva perfumería basada en los aromas vegetales y delicados, el almizcle continuaba utilizándose, de manera más o menos clara, de forma más o menos camuflada, en la elaboración de perfumes y de productos de higiene.

Hoy en día, sin embargo, el musk no se utiliza prácticamente en la elaboración de ningún perfume. Para empezar, su precio es tremendamente caro. Además, la venta del almizcle está supervisada por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES). El comercio ilegal, la pérdida de su hábitat natural (China, India, Mongolia y Tíbet), el uso en la medicina natural y, lógicamente, en la industria perfumista desde el siglo VII a.C. ha convertido al ciervo almizclero en un animal muy vulnerable y con un alto riesgo de extinción.

Esta situación de vulnerabilidad hizo que, finalmente, se tomara la decisión de sustituir el almizcle natural animal en perfumería por el almizcle sintético. A finales del siglo XIX empezaron a utilizarse los nitroalmizcles. Descubiertos de manera accidental por Albert Baur en 1888, el almizcle Baur fue el primero de una serie de almizcles sintéticos como pueden ser el almizcle cetona, el almizcle de xileno, el ambrette o el muscado, almizcles sintéticos que hoy están prohibidos en los países desarrollados por su tendencia a causar fotosensibilidad y porque poseen propiedades neurotóxicas. Quien adquiera perfumes en la India, sin embargo, debe tener presente que allí se usa, aún, el ambrette.

Los verdaderos sustitutos artificiales del almizcle natural aparecieron en la década de los cincuenta cuando se empezaron a sintetizar los llamados almizcles policlínicos o almizcles blancos (white musk). Entre ellos podemos encontrar el celstolide, el galaxolide, el tonalide, el traesolide y el pantolide. Todos estos almizcles artificiales, en los 90, fueron considerados potencialmente dañinos. Eso no ha hecho, sin embargo, que sean retirados del mundo de la perfumería ni del de la elaboración de productos de limpieza. Después de todo, el almizcle artificial es el responsable de eso que llamamos “olor a limpio” y que es una de las características principales de los detergentes.

En la actualidad podemos encontrar almizcle sintético en perfumes como 212 de Carolina Herrera, Fahrenheit de Dior, Beauty de Calvin Klein, Elle de Yves Saint Laurent, Prada Candy o Trésor de Lancôme.