Hay nombres que de pronto se ponen de moda en el mundo de la cosmética y que se convierten en sinónimo de calidad, ingredientes imprescindibles de todo aquel producto que quiera gozar del favor del mercado. En determinadas épocas se ha hablado de péptidos. En otras, se ha impuesto la presencia en las fórmulas de determinadas vitaminas. Las ceramidas han sido otro de esos productos tocados en algún momento por la varita de la popularidad. ¿Y qué decir el colágeno? En estos tiempos, una vez interiorizada en la mente de toda usuaria de cosméticos que el colágeno figure en la formulación de todos ellos, el producto mágico que parece que no debe faltar en ningún producto cosmético es el ácido hialurónico.

El ácido hialurónico es, junto al colágeno, uno de los productos estrellas a la hora de luchar contra las arrugas y la flacidez propias del paso de tiempo. ¿Qué ventajas presenta el ácido hialurónico frente al colágeno? La principal, que el primero es menos propenso a provocar reacciones alérgicas y posee efectos más duraderos que el segundo.

El ácido hialurónico o hialuronato es, como el colágeno, una sustancia producida de forma natural por el propio organismo. Este carbohidrato se haya presente en los cartílagos y también en las células dérmicas. Entre las funciones del ácido hialurónico figuran la humectación de la piel (una molécula de hialuronato es capaz de atraer cientos de moléculas de agua) y la lubricación de las articulaciones.

El paso de los años hace que la producción natural de ácido hialurónico disminuya y, con ello, vayan apareciendo las arrugas, se pierda luminosidad en la piel y disminuya la firmeza de la misma. Llegado ese momento, hay que recurrir a un aporte extra de ácido hialurónico que ayude a paliar los efectos de dicha disminución.

Los tratamientos estéticos echan mano del hialuronato para, en base a él, difuminar las líneas de expresión, dar a la piel un aspecto más terso y aumentar su grosor y volumen. Para conseguir que la molécula de ácido hialurónico (destacada por su tamaño) pueda atravesar la barrera que la piel supone para ella, la industria cosmética la manipula. La hidrolización y liposomía del ácido hialurónico permite que éste penetre de manera más sencilla en la piel.

Reticulado y concentrado, el hialuronato se utiliza tanto en rellenos dérmicos como en infiltraciones médicas realizadas en las articulaciones. En los rellenos dérmicos el ácido hialurónico es especialmente efectivo en el contorno de los labios, en las líneas de expresión, en los pómulos o en las patas de gallo. El ácido hialurónico inyectado suele utilizarse para eliminar las ojeras, aumentarse los labios y realizar rellenos faciales para borrar esas líneas de expresión que dan cuenta de la edad.

En estado natural, el hialuronato es la base de muchas cremas y geles. Fragmentado, suele utilizarse en la elaboración de sérums. Para obtener los máximos beneficios de las cremas y sérums con ácido hialurónico unas y otros deben utilizarse de manera regular y constante.

Ácido hialurónico en la dieta

Otra manera de mejorar el estado de salud y la apariencia juvenil de nuestra piel es incorporar a nuestra dieta alimentos que tengan un alto contenido de ácido hialurónico y, por supuesto, mucha agua y líquidos. Las infusiones, los zumos y las sopas de verdura son alimentos idóneos para asegurar el aporte de líquidos que garantiza una perfecta hidratación de la piel.

Un alimento muy apto para combinar la ingesta de agua con la de ácido hialurónico es la gelatina. La gelatina, por poseer ambos ingredientes, es un alimento ideal para cuidar de la salud de nuestra piel y para paliar en ella los efectos del envejecimiento.

Para dar firmeza a los tejidos es necesario incorporar también proteínas a las dietas. Entre los alimentos que tienen alto contenido en proteínas hay que destacar las carnes blancas y magras y los pescados azules como el atún, el salmón o la caballa. Estos alimentos, además de poseer un alto contenido de proteínas, poseen también un gran agente antiinflamatorio y antienvejecimiento: los ácidos Omega 3.

Lógicamente, toda dieta sana (y nada mejor que una dieta sana para lucir una piel sana) debe basarse en una ingesta adecuada de vegetales. Hay vegetales como el brócoli, las espinacas o las judías verdes que son muy ricos en magnesio, un mineral que, entre otras funciones, cumple la de ayudar en las síntesis del ácido hialurónico.

Junto a todos estos alimentos hay que incorporar las frutas (que incorporan antioxidantes y vitaminas), los cereales integrales, la soja, el arroz y, por supuesto, las patatas. Las patatas poseen mucho almidón y el almidón es, también, un elemento fundamental en la activación de la producción de ácido hialurónico.