El paso de los años acaba afectando a la piel en menor o en mayor medida. Cuando se habla de cómo debe cuidarse la piel, muchas personas acaban haciendo distinciones entre las pieles diferenciándolas en base a la edad de la persona. Así, se habla de la piel a los cuarenta, a los cincuenta o a los sesenta; y de los cuidados que en cada una de esas franjas de edad deben proporcionarse a la piel. Hablar así, desde nuestro punto de vista, implica incurrir en un pecado de generalización. No en vano, nada impide que la piel de una mujer que haya superado la barrera de los sesenta puede estar mejor que la de una que aún no haya llegado a esa edad. El estado de la piel, al fin y al cabo, depende en gran medida de cómo haya sido cuidada a lo largo de los años. En el caso de la mujer, además, hay que contar con los efectos que sobre la piel tiene la llegada de la menopausia. Al no llegar a todas las mujeres la menopausia a la misma edad, la diferencia del estado de la piel entre dos mujeres puede no estar relacionada directamente con la franja de edad en la que se encuentran. Es por eso que, en lugar de hablar de la piel a los cuarenta, los cincuenta o los sesenta, hablaremos aquí de pieles maduras y de los cuidados que hay que proporcionar a ese tipo de piel para que luzca sana y perfecta.

Limpieza de la piel madura

El primer aspecto que hay que tener presente a la hora de establecer una rutina de cuidados para las pieles maduras es el que hace referencia a su limpieza. Cuidar una piel madura exige limpiarla bien. No hay que olvidar que la piel está expuesta continuamente a todo tipo de factores externos, siendo uno de los más importantes el de la polución ambiental. Para cuidar la piel madura hay que lavarla con agua fría por la mañana para, a continuación, aplicar sobre ella un producto específico (puede ser un tónico o un agua micelar) que sirva para hidratarla y, al mismo tiempo, para eliminar la suciedad que la propia piel haya expulsado durante la noche.

Este tipo de limpieza de la piel madura está especialmente recomendado para ser realizado por la mañana. La limpieza nocturna, por su parte, debe ser más profunda e intensa. No en vano, la limpieza de la piel al acabar el día exige el retirar de ella los restos del maquillaje que se haya llevado puesto durante la jornada, así como toda la polución ambiental que se haya depositado sobre ella amenazando con obturar los poros. Durante la noche, si queremos limpiar una piel madura, utilizaremos, además de agua, una leche desmaquillante antiedad y un tónico que sirva para refrescarla.

Para limpiar la piel madura antes de ir a dormir también puede ser aconsejable recurrir a algún tónico limpiador que cuente con el ácido glicólico entre los diferentes ingredientes de su formulación. El ácido glicólico cumple con una función capital a la hora de cuidar la piel madura: la de eliminar las células muertas de la piel y, al mismo tiempo, de la limpiar la suciedad acumulada para, de ese modo, favorecer el desarrollo de nuevas células.

Hidratación

La hidratación, que es en todo tipo de piel una de las premisas fundamentales para su cuidado, no lo es menos en el caso de las pieles maduras. Es más: si en algún momento de la vida de la piel es fundamental su hidratación, ese momento es, sin duda, cuando la piel alcanza su madurez. Para cuidar las pieles maduras hay que hidratarlas convenientemente, ya que las pieles maduras se caracterizan, precisamente, por haber perdido su capacidad para retener agua en las capas más superficiales de la dermis. Al haber perdido dicha capacidad, la piel tiende a resecarse y a arrugarse.

Para contrarrestar esta característica, propia de las pieles maduras, hay que aplicar sobre las mismas cremas hidratantes que contengan ingredientes como el colágeno o el retinol. Estos ingredientes cumplen varias funciones: por un lado, hidratan la piel; por otro, favorecen la regeneración cutánea y, al hacerlo, disminuyen los signos de la edad y previenen la aparición de nuevas arrugas.

A la hora de cuidar las pieles maduras hay que tener en cuenta que para hidratarlas convenientemente no basta con aplicar crema hidratante una vez al día. Las pieles maduras lo son porque en ellas ha disminuido de manera notable la producción natural de elastina y de colágeno, y es precisamente esa disminución la que provoca la aparición de arrugas. Para compensar este proceso natural hay que recurrir a productos específicos y que no deberían faltar en la rutina de cuidado de pieles maduras. Esos productos son, fundamentalmente, la crema de noche y los sérums. Éstos, más concentrados, cumplen una función capital a la hora de luchar contra la aparición de arrugas. Las cremas de noche, por su parte, ayudan a regenerar las células del cutis y a que la piel se recupere.

Dieta y estilo de vida

El hecho de que las pieles maduras se caractericen, precisamente, por tender a estas resecas, obliga, a la hora de cuidarlas, a tomar una serie de precauciones que tienen que ver, directamente, con el estilo de vida y con la dieta que la persona siga.

Una dieta sana, también para el cuidado de las pieles maduras, es, siempre, una dieta variada. En este blog ya hemos hablado de cómo debe ser la dieta ideal para cuidar la piel, pero nunca está de más recoger una serie de consejos dietéticos para el cuidado de la misma. Dichos consejos, en el caso de las pieles maduras, serían los siguientes:

  • Introducir en la dieta o, en su caso, potenciar la presencia de alimentos ricos en vitamina C, pues la vitamina C estimula la producción natural de colágeno por parte de la piel. Entre dichos alimentos podemos destacar las espinacas, los pimientos, los tomates y, lógicamente, los cítricos.
  • Introducir en la dieta alimentos que contengan Omega-3. Este tipo de alimentos, entre los que podemos destacar los pescados azules, los frutos secos, el marisco o la yema de huevo, ayudan a humectar la piel y mantenerla hidratada.
  • Introducir en la dieta alimentos que contengan zinc. ¿Por qué? Porque el zinc ayuda a mantener más suave la piel. Entre los alimentos ricos en zinc podemos destacar las sardinas, las semillas de calabaza y las ostras.

Más allá de la dieta, hay que tomar, además, una serie de dichas precauciones y medidas para cuidar las pieles maduras. Entre esas medidas podemos destacar las siguientes:

  • Evitar el abuso de sol. En cualquier caso, si se va a tomar el sol se debe proteger la piel con algún tipo de protector solar.
  • Evitar los baños con agua caliente. El agua de baño debe estar tibia y, si puede ser, se debe incorporar a ella algún tipo de aceite esencial que ayude a hidratarla.
  • Cuidar en época de frío tanto el contorno de ojos como los labios.
  • Evitar el consumo de tabaco y de cafeína, ya que tanto uno como otra provocan la aparición de arrugas y de manchas en la piel.

Finalmente queremos resaltar que cuidar una piel madura no es sino un estadio más dentro de una rutina que debería ocuparnos toda la vida. Hacerlo ayudará a que la edad no se refleje en la piel y, en muchas ocasiones, sea solo un dato registrado en el DNI.